Primera Parte.
Hace un siglo y medio atrás, aquellas mensajerías que fueron haciendo camino aún antes de la llegada del ferrocarril y, al igual que las mensajeras, llevaron el progreso a través de estas tierras cumpliendo en muchos casos funciones tan importantes más allá del traslado de viajeros; lo fueron también como correos, servicio de encomiendas o el solo el hecho de marcar presencia en la consolidación de un país tan extenso e inhóspito.
Los nombres pintados en los vehículos de aquel entonces debían representar además de un buen servicio, valores y confianza. Se llega así a ejemplos como “La Constancia”, “La Infalible”, “La Vencedora”, “La Cumplidora”, “La Prestigiosa”... o casos como “La Bella Ensenadera”, “La Venus Lobera”, “La Aurora Lujanera”, en donde el origen como el destino reflejaba sus nombres; aunque a su vez, algunos títulos actualmente nos pudieran parecer un tanto exagerados, por ejemplo la “Voladora”, “Icaro”, “La Envidia”, “Júpiter Furioso”, “El Relámpago Apurado”, “La Humildad”, “Sueño de la Mañana”, iban haciendo camino al andar; había que tener presente que la forma de vida y pensar de aquella época era muy diferente a la actual.
Actualmente las empresas suelen anteponer al nombre la categoría de “Expreso” o “Micro Ómnibus”, en aquellos tiempos eran también conocidas como “Correos” (por su condición de tal) o “Carreras”, ya que realizaban la “carrera” a determinado lugar (“Carrera del Carmen de Las Flores” o “Carrera de Diligencia y Mensajería de Dolores a Rauch”); había por lo menos cuatro “Iniciadores”, unas diez “Protegidas” y otras tantas “Comercio” o “del Comercio”; o casos muy singulares en donde la ortografía no jugaba un papel primordial, palabras como Mensajería, con “g”, producto heredado del antiguo castellano, pero en los casos de la “Invensible Porteña” y la “Ynvariable Porteña” no podemos decir lo mismo.
El propio empresario o conductor, muchas veces se transformaba él mismo en el nombre de la empresa, tal es el caso de “La Central”, de Dolores, conocida como “Galera de Dávila”.
El propio empresario o conductor, muchas veces se transformaba él mismo en el nombre de la empresa, tal es el caso de “La Central”, de Dolores, conocida como “Galera de Dávila”.
La llegada del ómnibus automotor forzó una transición en las denominaciones, que pasaron por comunicar la novedad del motor a explosión, más su condición urbana (“Auto Ómnibus Metropolitano”, de Sandalio Salas). Cuando la Cía. Argentina de Autobuses de Ismael Alcácer importó ómnibus ingleses como los de la General londinense, cambió su nombre por “General Ómnibus Compañía”. A su vez, se reflejó en algunos casos la fusión del inmigrante y la tierra promisoria. Así se fundaron la “Cía. Italo Argentina”, la “Ibero Americana”, la “Hispano Argentina”...
Al contrario de los ómnibus, las primeras líneas de colectivos de Buenos Aires no tenían nombre propio, salvo la conocida MONSA –Línea 60- por los años ’40 sólo ella ostentaba en sus coches el tradicional nombre “Micro Ómnibus Norte”. Los propietarios de la primer línea que circuló desde 1928, se agruparon bajo el nombre de Cooperativa de Automóviles Taxímetros “Iniciativa Número 1”, hecho poco conocido. A su vez, hubo líneas que al carecer de número se identificaban por su destino “Puerto Nuevo”, “Tiro Federal” o por algún aditamento que resaltaba como ser “Trébol”, antecesora del Expreso Almafuerte, hoy la 55, que llevaba pintado un trébol de cuatro hojas en el lugar del número.
Corría el año 1942 y amparados por el gobierno, los capitales británicos en el Río de la Plata habían obtenido una victoria mas allá de la Segunda Guerra Mundial, la creación de la Corporación de Transportes beneficiaba ampliamente a las compañías tranviarias mientras despojaba de sus vehículos a los colectiveros de Buenos Aires, agrupados en sociedades de componentes sin suficiente poder para enfrentarlas, fue así como un grupo de choferes que habían perdido sus coches a raíz de estos acontecimientos, pudieron obtener dos concesiones provinciales y se constituyó en sociedad anónima, denominándola Compañía Colectiva Costera Criolla. Era “Colectiva”, aunque anónima, en homenaje y recuerdo del servicio perdido, “Costera” porque bordeaba la costa entre Buenos Aires y Miramar y “Criolla” en reacción a la expropiación sufrida en favor de los europeos. Según contaron aquellos pioneros a la revista Transporte, las cuatro “C” fueron pintadas en un trébol de cuatro hojas como un símbolo promisorio.
Pasaje, Boleto de la C.C.C.C. (colección Luís E. Morell) Imagen 1.
1)Los Nombres de las Empresas - Aníbal Trasmonte. /// 3/2003.
2)Artículos y material propio de Luis E. Morell.
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